domingo, 17 de septiembre de 2017

Impresion de las Llagas

Fiesta de la impresión de las Llagas en N.S.P. San Francisco


Recordamos hoy en la familia franciscana el amor de N. P. San Francisco por nuestro Señor Jesucristo. 
En la subida al monte Alverna alejándose y desprendiéndose de todo y todos empezó la configuración final con su Señor. Había entregado todo o casi todo. Vivía el  " sine propio" de madera radical pero aún le faltaba algo por dejar. Amaba la familia que se había cobijado alrededor de El, la amaba y sabía que necesitaba de su oración para que no zozobrara. Por eso empezó la subida para pedir también por ella. 
Costaba la subida, estaba enfermo. Y allí ya en lo alto Dios le pidió todo y dejó todo en sus manos.  La familia no era suya era del Señor. A El se la devolvía. Nuestro Padre ya no tenía nada. Era pobre, no podía llamar nada como suyo, nada como propio. 
Y pasó la Cuaresma contemplando. 
Y sucedió 
Allí a solas con su Señor suplicaba : "Señor mío Jesucristo, dos gracias te pido me concedas antes de mi muerte: la primera, que yo experimente en vida, en el alma y en el cuerpo, aquel dolor que tú, dulce Jesús, soportaste en la hora de tu acerbísima pasión; la segunda, que yo experimente en mi corazón, en la medida posible, aquel amor sin medida en que tú, Hijo de Dios, ardías cuando te ofreciste a sufrir tantos padecimientos por nosotros pecadores".




sábado, 12 de agosto de 2017

Escritos de N. M. Santa Clara

CARTA I  A  SANTA INÉS  DE  PRAGA  [CtaCla1]
1 A la venerable y santísima virgen, doña Inés, hija del excelentísimo e ilustrísimo rey de Bohemia,  2 Clara, indigna servidora de  Jesucristo y sierva inútil (cf.  Lc 17,10) de las damas encerradas del monasterio  de San Damián, súbdita y sierva suya  en todo, se le encomienda de  manera absoluta con  especial reverencia y  le desea  que obtenga la gloria de la felicidad eterna. 3 Al llegar a mis oídos la honestísima  fama de vuestro santo comportamiento religioso y de vuestra vida,  que se ha  divulgado egregiamente, no sólo hasta  mí, sino por  casi toda la tierra, me  alegro muchísimo  en el  Señor y salto de  gozo (cf.  Hab 3,18);  4a causa de eso, no sólo yo  personalmente puedo saltar de gozo, sino todos  los que sirven y desean servir a Jesucristo.  5Y el motivo de esto es que, cuando vos hubierais podido disfrutar más que nadie de las pompas y honores y dignidades del siglo, desposándoos legítimamente con el ínclito  Emperador con gloria excelente, como convenía a vuestra excelencia y a la suya,  6desdeñando todas esas cosas, vos habéis elegido más bien, con entereza de  ánimo y con todo el afecto de vuestro  corazón, la santísima pobreza y la penuria corporal,  7tomando un esposo de más noble  linaje, el Señor Jesucristo, que guardará vuestra virginidad siempre inmaculada e ilesa.  8Cuando lo amáis,  sois casta;  cuando lo tocáis, os volvéis más  pura; cuando  lo aceptáis, sois virgen.  9Su poder  es más fuerte, su generosidad más excelsa, su aspecto más hermoso, su  amor más  suave y toda su gracia más  elegante.  10Ya estáis vos estrechamente abrazada a Aquel que ha  ornado vuestro pecho con piedras preciosas y ha colgado  de vuestras orejas margaritas inestimables,  11y os  ha envuelto toda de perlas brillantes  y resplandecientes, y  ha puesto sobre  vuestra cabeza  una corona de oro marcada con el signo de la santidad (cf. Eclo 45,14). 12Por tanto, hermana carísima, o más bien,  señora sumamente venerable, porque sois esposa y madre y hermana de mi Señor Jesucristo (cf. 2 Cor 11,2; Mt 12,50),  13tan esplendorosamente distinguida por el  estandarte de la virginidad inviolable  y de  la santísima pobreza, confortaos en el santo servicio comenzado con el deseo ardiente del pobre Crucificado,  14el cual  soportó la  pasión de la cruz  por todos  nosotros (cf. Heb 12,2), librándonos del poder  del príncipe  de las tinieblas (cf. Col  1,13), poder  al que estábamos encadenados por la  transgresión del primer hombre, y reconciliándonos con Dios Padre (cf. 2 Cor 5,18).  15¡Oh bienaventurada pobreza, que da riquezas eternas a quienes la aman  y abrazan! 16¡Oh santa pobreza, que a los que la poseen  y desean les es prometido por Dios el reino de los cielos (cf. Mt 5,3), y  les son ofrecidas, sin duda alguna, hasta la eterna gloria y la vida bienaventurada!  17¡Oh piadosa pobreza, a la que  el Señor Jesucristo se dignó abrazar con  preferencia sobre todas  las cosas, Él, que  regía y rige  cielo y tierra, que, además, lo dijo y las cosas fueron  hechas (cf. Sal 32,9; 148,5)!  18Pues las zorras, dice Él, tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos, pero el Hijo  del hombre, es decir, Cristo, no tiene donde reclinar la cabeza (cf. Mt 8,20), sino que, inclinada la cabeza, entregó el espíritu (cf. Jn 19,30). 19Por consiguiente, si tan grande y tan importante Señor, al venir al seno de la Virgen, quiso aparecer en  el mundo,  despreciado, indigente y pobre  (cf. 2  Cor 8,9), 20para que los hombres, que eran  paupérrimos e indigentes, y que sufrían una indigencia extrema de alimento  celestial, se  hicieran en Él  ricos mediante  la posesión del reino de los cielos (cf. 2  Cor 8,9),  21saltad de gozo y alegraos muchísimo (cf. Hab 3,18), colmada  de inmenso gozo y alegría espiritual,  22porque, por haber preferido  vos el  desprecio del  siglo a los honores, la pobreza a las riquezas temporales, y  guardar los  tesoros en  el cielo antes  que en  la tierra,  23allá donde ni la herrumbre  los corroe,  ni los  come la polilla, ni  los ladrones  los desentierran y roban (cf. Mt 6,20), vuestra recompensa es copiosísima en los cielos (cf. Mt 5,12),  24y habéis  merecido dignamente  ser llamada hermana, esposa y  madre del Hijo del Altísimo Padre (cf. 2 Cor 11,2; Mt 12,50) y de la gloriosa Virgen.  25 Pues creo  firmemente que vos sabíais  que el  Señor no da ni promete  el reino de los cielos sino a  los pobres  (cf. Mt  5,3), porque cuando se ama  una cosa  temporal, se pierde el fruto de la caridad;  26que no se puede servir a Dios y al dinero, porque o se ama a uno  y se aborrece  al otro,  o se servirá a uno y se  despreciará al otro  (cf. Mt 6,24);  27 y que un hombre vestido  no puede luchar con otro desnudo,  porque es más pronto derribado al suelo  el que tiene de  donde ser asido; y  que no se  puede permanecer glorioso en el siglo y luego reinar allá con Cristo;  28y que antes podrá pasar un camello por el ojo de una aguja, que  subir un rico al reino de los cielos (cf. Mt 19,24).  29 Por eso vos os habéis despojado de  los vestidos, esto es, de  las riquezas temporales, a fin de evitar absolutamente sucumbir en el combate, para que podáis entrar en el reino  de los  cielos por  el camino estrecho y la  puerta angosta  (cf. Mt 7,13-14).  30Qué negocio tan grande y loable: dejar las cosas  temporales por  las eternas, merecer las cosas celestiales por las  terrenas, recibir el ciento por uno, y poseer la bienaventurada vida eterna (cf. Mt 19,29). 31Por lo cual consideré que, en cuanto  puedo,  debía suplicar a  vuestra excelencia y santidad, con humildes preces, en  las entrañas  de Cristo (cf. Flp  1,8), que  os dignéis confortaros en su santo servicio,  32creciendo de  lo bueno a lo mejor, de virtudes en virtudes (cf. Sal 83,8),  para que  Aquel a  quien servís con todo  el deseo  de vuestra alma, se digne daros con profusión los premios deseados. 33Os ruego también en el Señor, como puedo, que os dignéis encomendarnos en vuestras santísimas oraciones (cf. Rom 15,30),  a mí, vuestra servidora, aunque inútil (cf. Lc 17,10), y  a las  demás hermanas,  tan afectas a vos, que  moran conmigo  en este monasterio,  34para que, con la ayuda de  esas oraciones, podamos merecer la misericordia de Jesucristo, y merezcamos igualmente gozar junto con vos de  la visión eterna. 35Que os vaya bien en el Señor, y orad por mí.

Solemnidad de N. M. Santa Clara

BENDICIÓN [BenCla] 
1En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 2El Señor os bendiga y  os guarde.  3Os muestre su faz y tenga misericordia de vosotras.  4Vuelva su rostro  a vosotras y  os dé  la paz (cf. Núm 6,24-26), a vosotras, hermanas e hijas mías,  5y a todas las otras que  han de venir y permanecer en vuestra comunidad, y a todas  las demás, tanto presentes como futuras, que  perseveren hasta el fin en todos los otros monasterios de Damas Pobres. 6Yo, Clara, sierva de Cristo,  plantita de nuestro muy bienaventurado padre  san Francisco, hermana y madre  vuestra y  de las demás hermanas pobres,  aunque indigna,  7ruego a nuestro Señor Jesucristo, por su misericordia y por la intercesión de su santísima Madre santa María, y del bienaventurado Miguel arcángel y de todos los santos ángeles de Dios, de nuestro bienaventurado padre Francisco y de todos los santos y santas,  8que  el mismo Padre celestial os dé y os confirme ésta  su santísima bendición en el  cielo y  en la  tierra (cf. Gén 27,28):  9en  la tierra, multiplicándoos en su gracia y  en sus  virtudes entre sus siervos y  siervas en su Iglesia militante;  10y en el cielo, exaltándoos y glorificándoos en la Iglesia triunfante entre sus santos y santas. 11Os bendigo  en vida mía  y después de  mi  muerte, como puedo y más  de lo que puedo, con todas las bendiciones  12con las  que el Padre de las misericordias (cf. 2 Cor 1,3) ha bendecido y bendecirá  a sus hijos  e hijas en el cielo  (cf. Ef 1,3) y  en la tierra,  13y con las que el padre y la madre espiritual ha bendecido y bendecirá a sus hijos e hijas espirituales. Amén.  14Sed siempre  amantes de Dios y  de vuestras almas y de todas vuestras hermanas,  15y sed siempre solícitas en observar lo que habéis prometido al Señor. 16El Señor  esté siempre con  vosotras (cf.  2 Cor 13,11), y ojalá que  vosotras estéis siempre con Él (cf. Jn 12,26; 1 Tes 4,17). Amén.

domingo, 16 de abril de 2017

Domingo de Resurrección

OFICIO DE LECTURAS

Hoy la celebración solemne de la Vigilia pascual reemplaza al oficio de lecturas.
Quienes no hayan participado en la celebración de la Vigilia pascual usarán, para el oficio de lectura, al menos cuatro de las lecturas de la referida Vigilia pascual, con sus cantos y oraciones. Es muy conveniente elegir, de entre las lecturas de la Vigilia pascual, las que se proponen a continuación.
Este oficio empieza directamente con las lecturas.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Éxodo 14, 15-15, 1
LOS ISRAELITAS EN MEDIO DEL MAR A PIE ENJUTO

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: —«¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.» Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa, y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudieran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros. Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente.
Y dijo Egipto: —«Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto.» Dijo el Señor a Moisés: —«Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.» Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar.
Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este canto al Señor:

Ant. Cantaré al Señor, sublime es su victoria.

Cántico Ex 15, 1-2. 3-4. 5-6. 17-18

Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
     
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
     
Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.
     
Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
     
Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.

Ant. Cantaré al Señor, sublime es su victoria.

ORACIÓN

Señor, que con el Evangelio nos has hecho comprender el sentido profundo del Antiguo Testamento, dejándonos ver en el paso del mar Rojo una imagen del bautismo y en el pueblo liberado de la esclavitud, un símbolo del pueblo cristiano, haz que todos los hombres, mediante la fe, participen del privilegio del pueblo elegido y sean regenerados por la acción santificadora de tu Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

SEGUNDA LECTURA

Del libro del profeta Ezequiel 36, 16-28
DERRAMARÉ SOBRE VOSOTROS UN AGUA PURA, Y OS DARÉ UN CORAZÓN NUEVO

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, cuando la casa de Israel habitaba en su tierra, la profanó con su conducta, con sus acciones; como sangre inmunda fue su proceder ante mí. Entonces derramé mi cólera sobre ellos, por la sangre que habían derramado en el país, por haberlo profanado con sus idolatrías. Los esparcí entre las naciones, anduvieron dispersos por los países; según su proceder, según sus acciones los sentencié. Cuando llegaron a las naciones donde se fueron, profanaron mi santo nombre; decían de ellos: “Éstos son el pueblo del Señor, de su tierra han salido”. Sentí lástima de mi santo nombre, profanado por la casa de Israel en las naciones a las que se fue. Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice el Señor: "No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, profanado por vosotros, en las naciones a las que habéis ido. Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles que yo soy el Señor —oráculo del Señor—, cuando les haga ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios."»

Ant. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.†

Salmo 41, 3. 5bcd; 42, 3. 4

Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
 
†tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
 
Cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
 
Envía tu luz y tu verdad;
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
 
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.

Ant. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.

ORACIÓN 

Señor Dios nuestro, poder inmutable y luz sin ocaso, prosigue bondadoso a través de tu Iglesia, sacramento de salvación, la obra que tu amor dispuso desde la eternidad; que todo el mundo vea y reconozca que los caídos se levantan, que se renueva lo que había envejecido y que todo se integra en aquel que es el principio de todo, Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

TERCERA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-11
CRISTO, UNA VEZ RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS, YA NO MUERE MÁS

Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

Salmo 117, 1-2. 16ab. 17. 22-23

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
 
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
 
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
 
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
 
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

CUARTA LECTURA

Lectura del evangelio según san Mateo 28, 1-10
HA RESUCITADO Y VA POR DELANTE DE VOSOTROS A GALILEA

En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres:
—«Vosotras, no temáis; ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis." Mirad, os lo he anunciado.» Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: —«Alegraos.» Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: —«No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.» 

HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a Ti, Señor, te reconocemos.
 
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
 
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
 
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
 
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
 
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
 
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
 
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
 
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
 
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
 
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
 
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
 
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
 
Creemos que un día
has de venir como juez.
 
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
 
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

ORACIÓN

Si el Oficio de lectura se reza antes de la aurora:

Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche santa con la gloria del Señor resucitado, aviva en tu Iglesia el espíritu filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio. Por Jesucristo nuestro Señor.

O bien, si el Oficio de lectura se reza en el día:

Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo. Por Jesucristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor. 
R. Demos gracias a Dios.


viernes, 14 de abril de 2017

Viernes Santo

HIMNO

¡Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!
 
Cantemos la nobleza de esta guerra,
el triunfo de la sangre y del madero;
y un Redentor, que en trance de Cordero,
sacrificado en cruz, salvó la tierra.
 
Dolido mi Señor por el fracaso
de Adán, que mordió muerte en la manzana,
otro árbol señaló, de flor humana,
que reparase el daño paso a paso.
 
Y así dijo el Señor: "¡Vuelva la Vida,
y que el Amor redima la condena!"
La gracia está en el fondo de la pena,
y la salud naciendo de la herida.
 
¡Oh plenitud del tiempo consumado!
Del seno de Dios Padre en que vivía,
ved la Palabra entrando por María
en el misterio mismo del pecado.
 
¿Quién vio en más estrechez gloria más plena,
y a Dios como el menor de los humanos?
Llorando en el pesebre, pies y manos
le faja una doncella nazarena.
 
En plenitud de vida y de sendero,
dio el paso hacia la muerte porque él quiso.
Mirad de par en par el paraíso
abierto por la fuerza de un Cordero.
 
Vinagre y sed la boca, apenas gime;
y, al golpe de los clavos y la lanza,
un mar de sangre fluye, inunda, avanza
por tierra, mar y cielo, y los redime.
 
Ablándate, madero, tronco abrupto
de duro corazón y fibra inerte;
doblégate a este peso y esta muerte
que cuelga de tus ramas como un fruto.
 
Tú, solo entre los árboles, crecido
para tender a Cristo en tu regazo;
tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo
de Dios con los verdugos del Ungido.
 
Al Dios de los designios de la historia,
que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en la cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria. Amén.


jueves, 13 de abril de 2017

Jueves Santo.

Adoro te devote, latens Deitas,
Quae sub his figuris vere latitas:
Tibi se cor meum totum subiicit,
Quia te contemplans totum deficit.
Visus, tactus, gustus in te fallitur,
Sed auditu solo tuto creditur.
Credo quidquid dixit Dei Filius:
Nil hoc verbo Veritatis verius.
In cruce  latebat sola Deitas,
At hic latet simul et humanitas;
Ambo tamen credens atque confitens,
Peto quod petivit latro paenitens.
Plagas, sicut Thomas, non intueor;
Deum tamen meum te confiteor.
Fac me tibi semper magis credere,
In te spem habere, te diligere.
O memoriale mortis Domini!
Panis vivus, vitam praestans homini!
Praesta meae menti de te vivere
Et te illi semper dulce sapere.
Pie pellicane, Iesu Domine,
Me immundum munda tuo sanguine.
Cuius una stilla salvum facere
Totum mundum quit ab omni scelere.
Iesu, quem velatum nunc aspicio,
Oro fiat illud quod tam sitio;
Ut te revelata cernens facie,
Visu sim beatus tuae gloriae.
Amen


Traducción al castellano

Te adoro con fervor, Deidad oculta,
que estas bajo estas formas escondida.
A Ti mi corazón se rinde entero,
y desfallece todo si te mira.
Se engaña en Ti la vista, el tacto, el gusto;
más tu palabra engendra fe rendida;
creo todo lo que ha dicho el Hijo,
nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.
En la Cruz la Deidad estaba oculta,
aquí  la Humanidad yace escondida;
y ambas cosas creyendo y confesando, 
confieso yo lo que imploraba Dimas.
No veo como vió Tomás tus llagas
más por mi Dios te aclama el alma mía:
haz Señor que siempre en Ti yo crea,
que espere en Ti, que te ame sin medida.
¡Oh memorial de la Pasión de Cristo!
¡Oh Pan vivo que al hombre das la vida!
concede que de Ti viva mi alma
y goce de tus célicas delicias.
Jesús mío, Pelícano piadoso,
con tu Sangre, mi pecho impuro limpia,
que de tal Sangre una gotita puede, 
todo el mundo salvar de su malicia.
Jesús, a quien ahora veo oculto, 
cumple Señor lo que mi pecho ansía,
que a cara descubierta un día,
pueda gozar por siempre de tu clara vista.

Amén.

Jueves Santo. Lavatorio de los pies. Antífonas

Antífona primera          Cf. Jn 13, 4. 5. 15 

El Señor, después de levantarse de la Cena, echó agua en la jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos. Éste fué el ejemplo que les dejó. 

Antífona segunda          Jn 13, 6. 7. 8

«Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?» Jesús le replicó: «Si no te lavo a ti los pies, no tienes nada que ver conmigo».

V. Llega a Simón Pedro y éste le dice: —«Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?...» 

V. «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; pero lo comprenderás más tarde». —«Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?...»

Antífona tercera          Cf. Jn 13, 14 

Si yo, vuestro Maestro y Señor, os he lavado los pies, cuánto más vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. 

Antífona cuarta          Jn 13, 35 

La señal por la que conocerán que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros. 

V. Dijo Jesús a sus discípulos: —La señal por la que conocerán... 

Antífona quinta          Jn 13, 34 

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado –dice el Señor. 

Antífona sexta          1Cor 13, 13 

Queden en vosotros la fe, la esperanza, el amor, estas tres: la más grande es el amor. 

V. Ahora quedan la fe, la esperanza, el amor, estas tres: la más grande es el amor. —Queden en vosotros...



Jueves Santo: Himno de Laudes

Jesús de María,
Cordero Santo,
pues miro vuestra sangre,
mirad mi llanto.
 
¿Cómo estáis de esta suerte,
decid, Cordero casto,
pues, naciendo tan limpio,
de sangre estáis manchado?
La piel divina os quitan
las sacrílegas manos,
no digo de los hombres,
pues fueron mis pecados.
 
Bien sé, Pastor divino,
que estáis subido en lo alto,
para llamar con silbos
tan perdido ganado.
Ya os oigo, Pastor mío,
ya voy a vuestro pasto,
pues como vos os dais
ningún pastor se ha dado.
 
¡Ay de los que se visten
de sedas y brocados,
estando vos desnudo,
sólo de sangre armado!
¡Ay de aquellos que manchan
con violencia sus manos,
los que llenan su boca
con injurias y agravios!
 
Nadie tendrá disculpa
diciendo que cerrado
halló jamás el cielo,
si el cielo va buscando.
Pues vos, con tantas puertas
en pies, mano y costado,
estáis de puro abierto
casi descuartizado.
 
¡Ay si los clavos vuestros
llegaran a mí tanto
que clavaran al vuestro
mi corazón ingrato!
¡Ay si vuestra corona,
al menos por un rato,
pasara a mi cabeza
y os diera algún descanso!

miércoles, 12 de abril de 2017

Miércoles Santo. Liturgia de las horas

De los tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Tratado 84, 1-2: CCL 36, 536-538)
LA PLENITUD DEL AMOR

El Señor, hermanos muy amados, quiso dejar bien claro en qué consiste aquella plenitud del amor con que debemos amarnos mutuamente, cuando dijo: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Consecuencia de ello es lo que nos dice el mismo evangelista Juan en su carta: Cristo dio su vida por nosotros; también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos, amándonos mutuamente como él nos amó, que dio su vida por nosotros. Es la misma idea que encontramos en el libro de los Proverbios: Sentado a la mesa de un señor, mira bien qué te ponen delante, y pon la mano en ello pensando que luego tendrás que preparar tú algo semejante. Esta mesa de tal señor no es otra que aquella de la cual tomamos el cuerpo y la sangre de aquel que dio su vida por nosotros. Sentarse a ella significa acercarse a la misma con humildad. Mirar bien lo que nos ponen delante equivale a tomar conciencia de la grandeza de este don. Y poner la mano en ello, pensando que luego tendremos que preparar algo semejante, significa lo que ya he dicho antes: que así como Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar la vida por los hermanos. Como dice el apóstol Pedro: Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Esto significa preparar algo semejante. Esto es lo que hicieron los mártires, llevados por un amor ardiente; si no queremos celebrar en vano su recuerdo, y si nos acercamos a la mesa del Señor para participar del banquete en que ellos se saciaron, es necesario que, tal como ellos hicieron, preparemos luego nosotros algo semejante. Por esto, al reunirnos junto a la mesa del Señor, no los recordamos del mismo modo que a los demás que descansan en paz, para rogar por ellos, sino más bien para que ellos rueguen por nosotros, a fin de que sigamos su ejemplo, ya que ellos pusieron en práctica aquel amor del que dice el Señor que no hay otro más grande. Ellos mostraron a sus hermanos la manera como hay que preparar algo semejante a lo que también ellos habían tomado de la mesa del Señor. Lo que hemos dicho no hay que entenderlo como si nosotros pudiéramos igualarnos al Señor, aun en el caso de que lleguemos por él hasta el testimonio de nuestra sangre. Él era libre para dar su vida y libre para volverla a tomar, nosotros no vivimos todo el tiempo que queremos y morimos aunque no queramos; él, en el momento de morir, mató en sí mismo a la muerte, nosotros somos librados de la muerte por su muerte; su carne no experimentó la corrupción, la nuestra ha de pasar por la corrupción, hasta que al final de este mundo seamos revestidos por él de la incorruptibilidad; él no necesitó de nosotros para salvarnos, nosotros sin él nada podemos hacer; él, a nosotros, sus sarmientos, se nos dio como vid, nosotros, separados de él, no podemos tener vida.
Finalmente, aunque los hermanos mueran por sus hermanos, ningún mártir derrama su sangre para el perdón de los pecados de sus hermanos, como hizo él por nosotros, ya que en esto no nos dio un ejemplo que imitar, sino un motivo para congratularnos. Los mártires, al derramar su sangre por sus hermanos, no hicieron sino mostrar lo que habían tomado de la mesa del Señor. Amémonos, pues, los unos a los otros, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros.

Para la Semana Santa Saber llevar la Cruz

Para la Semana Santa

Saber llevar la Cruz

Pbro. José Martínez Colín

 

1) Para saber

 

Se oye decir que cuando alguien es picado por una serpiente venenosa, para curarlo hay que chupar sobre la herida el veneno y escupirlo fuera. Sin embargo se debe hacer con mucho cuidado,pues hay el peligro de ser también envenenado al hacerlo.

Pero hablando en un nivel espiritual, se puedehacer una comparación decir que al serenvenenados por el pecadofue Jesucristo quien ha sido capaz de tomar todo ese veneno del pecado en nosotros para que quedáramos completamente sanos. El Papa Francisco nos recuerda que “no hay salvación en las ideas, no hay salvación en la buena voluntad, en el querer ser buenos. No. La única salvación está en Cristo crucificado”, que fue quien, siendo inocente, asumió las consecuencias del pecado y sufrió y murió por todos: Él es el único Salvador. A veces alguien puede pensar: “Yo me salvo al portarme bien”, y no tiene en cuenta que si es salvado no es por sí mismo, sino por Jesucristo que murió en la cruz.

Dios escogió que fuéramos redimidos a través de la Cruz. Y así, la cruz dejó de ser símbolo de humillación, castigo y oprobio, para convertirseen el trono desde el que Cristo vence al pecado y sus consecuencias: el sufrimiento y la muerte.

 

2) Para pensar

 

En el siglo VII, la cruz en que fue crucificado Jesús estaba en manos de los persas. Fue el emperador Heraclio quien la recuperó para el cristianismo en el año 630Y cuenta la leyenda que al llegar a Jerusalén, quiso el mismo cargarla, como nuestro Señor Jesucristo, y llevarla a plomo a lo alto del monte Calvario, aunque iba vestido con toda la indumentaria de emperador: joyas, vestidos ricos, corona. Pero la cruz se fue haciendo cada vez más pesada hasta que ya no pudo avanzar con ella. Entonces, el obispo de Jerusalén, Zacaríasle indicó que nuestro Señorhabía cargado la cruz siendo pobre, humilde, sin riquezas. Era preciso pues, despojarse todo lujo y vanidad. Así lo hizo el emperador quitándose la corona, la capa, las joyas… y entonces sí pudo cargar con la cruz y llegar hasta la cima.

Jesús nos invita, si queremos ser sus discípulos, a carga la cruz de cada día. Pensemos si sabemos cargarla, o nos quejamos y queremos solo cargar una cruz ligera y cómoda.

 

3) Para vivir

 

El Papa Francisco quiere que estos días de Cuaresma nos preguntemos: “¿Cómo llevo yo la cruz?, ¿sólo como un recuerdo? Cuando hago el signo de la cruz, aunque a veces no la hacemos bien¿soy consciente de lo que hago?; ¿cómo llevo yo la cruz? ¿Sólo como un símbolo de pertenencia a un grupo religioso?, ¿cómo un ornamento?, ¿cómo una joya con muchas piedras preciosas, de oro?... Que cada uno de nosotros mire el Crucifijo, mire a este Dios que se ha hecho pecado para que nosotros no muramos en nuestros pecados y responda a estas preguntan que os he sugerido… pues quien no mira la cruz, así, con fe, morirá en sus propios pecados y no recibirá la salvación”.

La Cuaresma nos propone un diálogo con este misterio de la cruz, con Cristo en la cruz muriendo por amor a mí. Y así, después de meditar y contemplar a Jesús crucificado, cada uno de nosotros pueda llegar a decir: Si Cristo murió en la Cruz, fue por amor a mí.

 

(articulosdog@gmail.com)

Miércoles Santo

EVANGELIO
Mt 26, 14-25.

El Hijo del hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay del que va a entregarlo!

 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?». Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?». Él contestó: «Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?». Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?». Él respondió: «Tú lo has dicho». 

Miércoles Santo

Is 50, 4-9a.

No escondí el rostro ante ultrajes.

Lectura del libro de Isaías. 

EL Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo; para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos. El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Mi defensor está cerca, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos, ¿quién me acusará? Que se acerque. Mirad, el Señor Dios me ayuda, ¿quién me condenará?  

martes, 11 de abril de 2017

Martes Santo

EVANGELIO
Jn 13, 21-33. 36-38.

Uno de vosotros me va a entregar... No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.

 Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar». Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”». Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿adónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde». Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti». Jesús le contestó: «¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».  

Palabra del Señor.


Adoración Eucarística

http://www.pazybien.org/_web/materiales/San%20Francisco/musica%20franciscana/observantes/adoracion%20eucaristica.mp3

lunes, 3 de abril de 2017

Primera Estación

Condenan a muerte a Jesús



V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.


Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 22-23.26

Pilato les preguntó: «¿y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?» Contestaron todos: «¡que lo crucifiquen!» Pilato insistió :«pues ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban más fuerte: «¡que lo crucifiquen!» Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

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Te has dado cuenta, en varias situaciones concretas de nuestra vida en vez de mirar a Cristo y reconocerlo como nuestro Dios y Salvador, gritamos "que lo crucifiquen". 
¿Qué nos lleva actuar así? Le tenemos miedo acaso? El lo único que hace es demostrarnos cuanto nos ama. No hay amor comparado a su Amor. Si muchas veces buscamos consuelo humano para nuestros pesares por qué no lo buscamos en El?  El lo  que hace es consolarnos y animarnos a tener esperanza. 
No le conocemos, nos parece que esta muy lejos de nosotros que no puede entendernos; y nos alejamos. Y cuanto mas lo hacemos mas cerca de nosotros esta el Señor. ¨Por mas que gritemos "que lo crucifiquen" El nos mira y nos dice ¿que mal hice?

De los escritos sobre nuestro Padre san Francisco:  "Empleaban el  tiempo rezando continuamente y se consagraban especialmente a la ferviente oración mental; no tenían aún libros litúrgicos, por lo que no podían cantar el oficio divino. La cruz de Cristo era su libro y lo estudiaban día y noche, según la exhortación y el ejemplo de su padre que nunca paraba de hablarles de la cruz. Cuando los hermanos le pedían que les enseñara a rezar, decía: 'Cuando oréis, decid, Te adoramos, oh Cristo, aquí y en todas las iglesias que hay en todo el mundo y te bendecimos, porque por tu santa cruz  redimiste al mundo"


Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Stabat mater dolorosa,
iuxta crucem lacrimosa,
dum pendebat Filius.


Canto "Los Magos"

Los Magos Autor: José Antonio Olivar / Carlos Montero Disco: Villancicos en Belén https://soundcloud.com/hna-maria-inmaculada-osc/los-magos ...